Guía de Cristales
Ágata
Color: clero o
blanco lechoso, gris, azul, verde, rosa, marrón
Procedencia:
Estados Unidos, India; Marruecos.
Atributos: son
piedras que sirven para asentar las energías y aportan equilibrio físico,
emocional e intelectual. El ágata tiene
el poder de armonizar el yin y el yang, las fuerzas positivas y negativas que
mantienen al universo en su lugar. Es una piedra calmante y aliviarte, y trabaja despacio pero aporta
una gran fuerza. Sus múltiples capas pueden traer a la luz información oculta.
Psicológicamente, el agata facilita delicadamente la
aceptación de uno mismo, formando la autoconfianza. Favorece a la concentración, la percepción y
la habilidad analítica, y dirigiéndote hacia soluciones prácticas.
Emocionalmente, este cristal supera la negatividad y la
amargura del corazón. Sana la ira interna, fomentando el amor y el coraje para
volver a empezar. Resulta útil para cualquier tipo de trauma emocional. Crea
una sensación de seguridad disolviendo la tensión interna.
Curación: el
ágata estabiliza el aura, eliminando
y transformando las energías negativas. Su
efecto limpiador en poderoso, tanto a nivel físico como emocional, puesta sobre
el corazón ayuda a curar enfermedades emocionales que impiden la aceptación del
amor. Situada sobre el abdomen o tomada como elixir, el ágata estimula el
proceso digestivo y alivia la gastritis. Cura los ojos, el estómago y el útero;
limpia el sistema linfático y el páncreas, fortalece los vasos sanguíneos y
sana los desórdenes de la piel.
Posición: sostenla
o sitúala sobre la parte del cuerpo adecuada.
Agatha verde: potencia la flexibilidad emocional y mental, y
mejora el proceso de toma de decisiones. Resulta útil para resolver disputas.
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